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domingo, 27 de abril de 2008

IX

Un estancado olor a gasolina recorría enteramente el primer sótano del edificio de Réquiem. Nuca y Albel caminaban lentamente sin cruzar ninguna palabra, comprobando la comodidad de la nueva equipación. Parecían dirigirse a la última puerta del pasillo del subsuelo.

- ¿A dónde ha ido Shadow? – preguntó Albel al otro chico mientras se remangaba la chaqueta.

Nuca no respondió. Había visto irse a Álex, pero no a su compañero. Se tapó instintivamente la nariz con la mano al notar el olor de la gasolina.

- Ya está Isaac con sus experimentos raros… - dijo Albel. – Ah… Entonces crees que puede ayudarnos con la misión, ¿no?

- Efectivamente. – respondió Nuca. – Isaac puede proporcionarnos la información necesaria sobre los hermanos Morrigan.

Se detuvieron ante una puerta blanca que destacaba sobre el pasillo con paredes de madera sin pintar. Albel llamó dos veces para comprobar si se podía pasar, pero no respondió nadie.

- Puede que no esté… - respondió éste pegando la oreja a la puerta.

- Está dentro. – aclaró Nuca, que aún se tapaba para evitar respirar aquel extraño olor.

De pronto se escuchó un estruendo, que posiblemente provenía de algo metálico y grande que había caído al suelo en ese momento. La puerta se abrió y dejó ver una pequeña sala con varias mesas con instrumentos y papeles sobre ellas. Era un laboratorio. En el suelo yacía un enorme cajón de acero en cuyo interior llevaba botes de cristal, que estaban milagrosamente intactos. Un cadáver estaba tendido encima de una camilla, con algunas marcas de rotulador sobre su piel.

- Hola. – dijo el individuo que les abrió la puerta, que se quedó extrañado ante la expresión de Nuca. - ¡Ah, perdonad!

Isaac salió corriendo para poner una tapadera sobre lo que era la fuente de aquel intenso olor, una pequeña probeta que estaba expuesta al calor de un mechero Bunsen. Él era un chico pálido, de pelo negro y revuelto, que medía más o menos lo mismo que los otros dos. Llevaba una bata blanca abierta, unos vaqueros que le venían grandes y una camiseta bastante ajustada.

- Hola, Isaac. – saludó Nuca, mientras Albel hacía lo mismo alzando la mano. – Venimos a por información para…

- ¿Qué queréis saber? – interrumpió el científico despejando una mesa con multitud de folios escritos con letra minúscula. Su voz se notaba bastante joven, no debía llegar a los veinte.

- Nos han encargado que eliminemos a los hermanos Morrigan. – respondió Albel observando con atención unas probetas colocadas en una vitrina de la habitación.

- ¿Los hermanos Morrigan? Vaya… - su cara demostraba un cierto dolor ante la noticia, pero recuperó su expresión curiosa, mirando con los ojos como platos a los trajes de los otros dos. – Creo que tengo algo de información sobre sus poderes.

- Manipulación genética. – se apresuró a anunciar Nuca.

Albel seguía observando el laboratorio sin prestar mucha atención a Isaac y a Nuca. Nunca había estado allí, de hecho sólo conocía al científico de haberlo visto unas dos veces por el despacho de Álex. Hace tiempo ella le había descrito como “ese crío sabelotodo”, aunque se llevaban bastante bien.

- A ver… - respondió observando un folio con letras escritas a máquina, casi todas parcialmente borradas por falta de tinta al escribir. – Aquí: Guns y Hate Morrigan. Destacados por su habilidad de adquirir genes de otros seres y utilizarlos en su propio beneficio… Creo que me inspiré en sus investigaciones algunas veces.

- Vamos, que se pueden meter genes de lo que quieran, ¿no? – preguntó Albel emocionado. – Me encantaría ver qué aspecto tienen…

Nuca no dijo nada. Cogió el folio que tenía Isaac en la mano, aunque no entendió casi nada debido a la falta de tinta que hubo en la impresión. Creyó que era posible que éste tampoco lo entendiera, pero su poder le permitía adivinar las capacidades sobrenaturales de un individuo sólo con mirarle la cara. Las fotos que había adjuntas con un clip estaban hechas con una cámara antigua.

- Le diré al de mantenimiento que te encargue un ordenador decente… - dijo Nuca observando un enorme aparato que aparentaba tener bastantes años.

- Te lo agradezco. Eso va tan lento que me es más fácil escribir a máquina… - dijo con tono despreocupado, dejando el folio encima de un montón ordenado.

Se quedaron un buen rato en silencio. Albel miró a Nuca con un gesto de preocupación, pero éste último más bien parecía animado y nervioso por empezar la misión.

- ¿No te apetece venir? – preguntó Albel abriendo la puerta con dificultad, parecía no estar bien engrasada.

- Ya sabes que no soy muy bueno en eso… - respondió Isaac. – Además os lo han encargado a vosotros.

- De acuerdo. – dijo Nuca estrechándole la mano. – Entonces ya nos veremos.

- Supongo que querrás que te contemos cómo nos ha ido. – comentó Albel.

- Por supuesto. Me encanta escuchar lo que pasa en las misiones… - indicó Isaac revolviendo más papeles de la mesa, como si todo tuviera un orden lógico que ante los ojos ajenos parecería caos.

Nuca y Albel dejaron atrás el laboratorio, y caminaron deprisa a través de un pasillo, hasta llegar al ascensor que conducía a la planta calle. Debían subir al despacho de Álex para reunirse con Shadow.

Relato originalmente escrito por will-o'-the-wisp.

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