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domingo, 27 de abril de 2008

VII

El reloj del pasillo marcaba las 11:37 de la noche.

- Bien, en una hora y media nos veremos en mi despacho – Todos se había vuelto nada más oírla hablar. Entre aquellos imponentes hombres Álex parecía diminuta, pero autoritaria – El equipo personalizado llegó esta semana, lo encontrareis en vuestras taquillas. Cuidadlo bien, le ha costado una millonada a la organización.

Todos asintieron acatando las órdenes. En ese momento el móvil de Álex comenzó a sonar. Cuando lo tuvo en la mano vio en las pantalla las letras “Dep.Ml”, se trataba del departamento militar que, seguramente tenía informes de última hora sobre el encargo de esa noche.

- Adelante, Señor Cross Valantine – dijo Álex sonriente tendiéndole el móvil a Sahdow – Tiene una llamada que atender- Este aceptó el teléfono con no muy buena cara y descolgó.

Mientras Albel y Nuca habían decidido echarle un vistazo a ese nuevo equipamiento. Hacía unos meses los mejores diseñadores de ropa de asalto había venido a tomarle las medidas para crear trajes de combate adaptados a las características físicas de cada uno. Lo último en el campo de la tecnología, ya que era trajes impermeables, resistentes al fuego y a cualquier golpe y casi cumplían la función de chaleco antibalas, y aún así ligeros. Eran conscientes del desembolso económico que la organización tuvo que hacer era algo inusual, caro incluso para una organización tan poderosa como lo era Réquiem, pero estaban seguros de que merecería la pena.

Nada más entrar en su Aston Martin dejó escapar un suspiro. Hacía mucho que no salía un encargo, tanto tiempo que Shadow la había llegado a acusar de ser tan sedentaria como los burócratas del gobierno. Encendió un cigarrillo y se puso sus gafas oscuras. Después de poner la mano en el lector dactilar la puerta del garaje se abrió, y pisó el acelerador haciendo rugir el motor. Su apartamento quedaba a unos 5 minutos en coche, era un bonito y amplio duplex decorado con un cuidadoso gusto. Casi todo era de madera oscura y grandes obras de artes la custodiaban desde dentro.

Todavía seguía lloviendo, aun que con menos intensidad que antes, lo que hacía que el la carrocería negra destellase bajo la luz de la luna. Casi llegando, en el último semáforo antes de llegar a su apartamento, le llamó la atención una sombra que había en lo alto del edificio que quedaba unos metros más adelante. Sonrió para si misma, sabía que era Shadow. Tenía que reconocer que cumplía su papel de guardaespaldas perfectamente, siempre vigilaba cada uno de sus pasos a pesar de que no hubiese demasiado peligro. También había demostrado su valía como segundo mando en Réquiem en muchas ocasiones, aun que de vez en cuando se mostrase hosco e irascible. Mientras siguiese trabajando para ella no tendría nada que temer.

De ahí en unos segundos, el semáforo se puso en verde y continuó el camino a casa.

Relato originalmente escrito por Haraz.

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