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domingo, 27 de abril de 2008

XVII

4 horas más tarde la cabeza de la organización Réquiem ya estaba de camino a su trabajo. Al contrario de los demás días de la semana no llovía, sino que relucía un hermoso tiempo. Que fuera de día no impedía a nadie la actividad en el edificio, ya que incluso las personas que no resistían bien la luz solar, que solían trabajar casi todas en los equipos de élite, estaban protegidas, ya que en los últimos pisos del complejo la cristalera no permitía pasar el componente de la luz del sol que los dañaba.

Los últimos acontecimientos ocurridos en la empresa, provocaban que no descansase bien. Estaba preocupada, no sólo por la evolución de Shadow, sino también por tener que hacer todo el trabajo doble cumpliendo un fingido papel que no soportaba.

Su estado de ánimo no mejoró cuando entró en el laboratorio de Isaac. Shadow parecía estar exactamente igual. Su pelo estaba despeinado y parecía estar sudando. El laboratorio de Isaac era un caos en si mismo, parecía que la palabra orden no existiese en ese lugar. Varios lotes de hojas estaban puestos en pequeñas montañas por todo el despacho: en el suelo, encima de los ordenadores.. A Alex le llamó la atención un folio mal impreso que se hallaba en la papelera cuando le pareció atisbar la palabra proyecto. No es algo que le soliese llamar la atención, pero estaba al tanto de todos los experimentos de Isaac y el Proyecto nº 324 no entraba dentro de ellos. Antes de si quiera pensar en levantarse a por el folio para examinarlo más detenidamente, algo la distrajo totalmente. Shadow acaba de moverse como si fuera en sueños. En ese momento entró Isaac en la estancia.

- ¡Vaya! Me dijeron que te habías ido ya – murmuró Isaac.

- Si, así fue – dejó de mirar a Shadow y lo miró a el – pero no soy capaz de descansar, además, ya es de día. Empieza otro día de trabajo- Hubo un pequeño silencio, y de nuevo le dirigió una mirada a su compañero- ¿Cómo está?

- Mejorando, en una semana estará activo otra vez.

Aquellas palabras reconfortaron algo la ansiedad de Alex. Se quedó pocos minutos más allí. Isaac le dio todo tipo de detalles sobre las constantes de Shadow y todo parecía ir de maravilla, mucho mejor incluso de lo normal.

· · ·

-¿Hay algún mensaje para el señor Cross?- Estaba apoyada en el mostrador donde trabajaba su alter ego, en vez de estar ella misma allí lo ocupaba una señora bastante mayor pero de confianza para la empresa.

- No señorita Ivanov, nada que darle personalmente – La señora parecía buscar algo detrás de el mostrador. Después de la negativa que le había dado Alex estaba dispuesta a irse – Sin embargo, si que ha llegado algo hará una media hora para la Secretaría del Valantine Cross
Álex frunció el ceño, no se imaginaba que podría haber llegado para la secretaria Ivanov. En ese momento la mujer le entregó un paquete rectangular, no de un tamaño excesivo, envuelto en un brillante papel morado en el que había una tarjeta que rezaba “ Para la Señorita Ivanov ”

- Muchas gracias Sara- le dijo Alex a la señora, que tenía cara de curiosidad por saber lo que contenía ese paquete. Acto seguido se dirigió a su despacho. Nada más entrar tiró el bolso en el sofá que había a la derecha, no sin antes haber sacado el tabaco, y rodeó el escritorio con una expresión inescrutable. ¿Qué podría ser aquello?

Dejo el paquete sobre la mesa y lo miró durante unos largos segundos. No tenía ni la mejor idea de quien podía estar interesado en mandarle un regalo a ella que no perteneciese a la empresa. Lentamente tiró de del lazo que se deshizo con un agradable sonido. Cuando lo hubo desenvuelto descubrió una caja negra, con la palabra “DEAMUS” una firma de alta costura. Aquello no hizo sino que sorprenderla más, con mucho cuidado abrió el paquete y se sorprendió al ver una fina y sedosa tela negra. ¡Era un vestido de fiesta! Lo sacó para verlo entero asiéndolo por los tirantes, que si no fuera por estos el vestido sería de palabra de honor, tenía unos fruncidos en el pecho que resaltaban la figura. Parecía que era entallado hasta encima de las rodillas, donde la tela se hacia más vaporosa y ondeaba desigualmente hasta arrastrar una pequeña cola por detrás. Era uno de los vestidos más bonitos que había visto. Elegante y sencillo, pero aun así sugerente, su mezcla favorita. Después de observarlo un buen rato cayó en la cuenta de que había una tarjeta en el fondo de la caja. La reconoció al momento, era una tarjeta de visita del gobierno, exactamente del departamento de defensa. Y allí lo ponía: En el medio y medio de la tarjeta estaba escrito con una excelente impresión en nácar el nombre de Stan Araiza, el Ministro de Defensa del Gobierno de Arles. El mismo que había estado en la reunión con el cardenal. De un momento a otro el vestido no le parecía tan encantador. Se sentó en su cómodo asiento y se encendió un pitillo. Le dio la vuelta a la tarjeta que todavía tenía en la mano y se fijó que había unas líneas escritas con una caligrafía elegante: Mesa nº7 del Restaurant Le Château. Pasará a recogerla un coche a las ocho y media a su oficina Aquello la preocupó, no era una invitación para ir a cenar, parecía más una orden ya que no le daba opción a otra cosa. Además no estaba en situación de enfrentárselas con nadie importante del gobierno. Tenía que mantener buenas amistades para seguir estando dentro de los límites de la confianza de la Iglesia. De golpe se sintió cansada.

Descolgó el teléfono y marcó una tecla de acceso directo, después de escuchar dos breves tonos la voz de Nuca resonó al otro lado del teléfono:

- Si, señorita Ivanov- Nuca parecía ser el único que todavía se tomaba aquellas formalidades con ella, dentro de su circulo cerrado de personal.

- Verás Nuca. Te llamo para avisarte de que esta noche estaré ausente, voy a cenar con el ministro de Defensa a Le Château.- El hombre quedó unos momentos en silencio como quien se pregunta para que le dan esa clase de información.

Pero no tardó en darse cuenta de que Álex se había percatado de que sabía que todas las noches le guardaba las espaldas desde que Shadow no podía hacerlo.

Relato originalmente escrito por Haraz.

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