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domingo, 27 de abril de 2008

XVIII

¿Dolor?
¿De verdad piensas que eso es dolor?



Contemplaba con la mirada perdida la hilera de luces que desfilaban a su derecha. La fantasmagórica iluminación de las farolas no había cesado de acompañarla desde que cogió aquel taxi, casi en la entrada del edificio Réquiem. Consideró que una secretaria modesta y de tan buen vestir desentonaría un poco si se encontrara al volante de su Aston Martin, aunque no había ninguna duda de qué medio de transporte prefería. Nunca le había gustado viajar si no era ella la que dominaba la ruta con sus propias manos, y si esto sucedía prefería enormemente que fuese alguien de confianza, como Shadow. No un taxista de tres al cuarto que, para intentar pasar por uno mas del sector Alpha, lo máximo que llegaba a adecentarse es poniéndose un Smoking raído que trataba de ocultar su proliferante barriga y echándose lo que parecían hectolitros de agua de colonia por el pelo, de manera que más que un miembro de la alta sociedad parecía un pingüino embotado en su propia piel.

- “Serán… Quince con setenta – Tardó unos cuantos segundos en pensarse el apodo mas adecuado que su cerebro podía encontrar – Madmuásel

Álex le entregó un billete de veinte sin esperar cambios, ansiosa por salir de esa cárcel de cuatro ruedas. Ni siquiera se despidió del anónimo taxista, estaba demasiado absorta en sus pensamientos que repasaban mentalmente el comportamiento que debía ejecutar aquella noche. Realmente odiaba esa situación, si ya de por si le resultaba irritante no ser ella misma en asuntos de trabajo, no digamos ya en una cita, o mas bien una encerrona como esta.

Las puertas del mesón “Le château” contaban con un pequeño atril donde un recepcionista de aspecto estirado, junto a un gorila de aspecto algo mas grotesco detrás – Álex estimó a simple vista que debía pesar mas de ciento cincuenta kilos – impedían el paso a todo aquel que no hubiera reservado. Álex supuso que el ministro de defensa habría reservado un asiento especial para ellos dos, así que se presentó delante del atril.

- ¿“Su nombge mademoiselle? – Preguntó con una ligera reverencia sin moverse apenas del sitio. Álex ya empezaba a considerar molesto ese estúpido denominador, pero no dijo nada, y por supuesto nunca lo diría. Algo en su interior le dijo que, si supiera que le molestaba mas, Shadow estaria mas que dispuesto a cambiar su “Milady”.
- Álex Ivanov – Dijo inclinando su cabeza con la expresión mas dulce. El show había comenzado, y las apariencias debían ser guardadas”.

Curiosamente ni siquiera miró a la lista para exclamar un – ¡Mais oui! y tocar una pequeña campanilla que tenía situada a la derecha del atril. No tardó mas de diez segundos en aparecer un chaval de unos 17 años muy elegantemente vestido.

- “Charles, acompaña a esta bella señoguita a su mesa: La especial del ministgo”

El joven hizo una inclinación de asentimiento y otra a Álex para sugerirle que le acompañara. Álex asintió ligeramente y le siguió a lo largo de un gigantesco comedor donde pudo reconocer a, por lo menos, seis o siete miembros importantes de la sociedad actual: Actores, presentadores, reporteros…. Y políticos, como aquel que le esperaba en la mesa mas al fondo de todas – Y como Álex atisbó, la mas lujosa también - Charles le indicó la mesa a unos diez pasos de ella y pronunció una reverencia antes de irse. Álex suspiró para sus adentros y adoptó su mejor sonrisa.

- Ministro… Es un placer – Dijo tendiéndole la mano, aunque sabía que no es eso lo que esperaba.
- No no señorita Ivanov… El placer es mió sin duda. – Se inclinó ligeramente y atrajo su mano hasta sus labios, estampando en su dorso un muy ensayado beso.


Ahora… ¡Despierta!


Isaac tomaba algo de café ante la máquina expendedora, absorto en sus propios pensamientos. Sabía que nadie bajaría a visitarle aquella noche, la mayoría de miembros de Réquiem estaba descansando, y por lo visto Álex había salido ya. De modo que tenía tiempo de sobras para aburrirse, o bien para seguir averiguando resultados de su esperado proyecto. Cuando terminó de servirse, volvió a la sala donde estaba Shadow, dispuesto a volver a tomar nota de sus constantes vitales.
De todos los miembros de Réquiem, Shadow era el que mas le imponía, no solía hablar con él de las misiones… Bueno, de hecho no solía hablar con nadie del edificio salvo Álex. Sin embargo no podía ser realmente detestable si ella mostraba tan clara preocupación por el.

Lo que hizo que desparramara su taza entera de café sobre el suelo fue el hecho de que Shadow se irguiera con dificultad hasta medio cuerpo, y sin mas dilación se dirigiera a él preguntándole como si llevaran horas hablando:

- “Isaac, ¿donde está Álex?”

Relato originalmente escrito por Mephisto.

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